Me contesta que sí. Ha de andarse con cuidado y cambiarlos cada poco. Gasta muchísimos. Con ellos teje el tiempo. Rememora micromundos desaparecidos que dibuja minuciosamente cual imagen especular: el hilo pasa a ser tinta, el resultado un encaje magistral. Cenefas, festones, rejillas, gasas... También el mar: redes de pescadores, infancia de puerto: interior y exterior. Cuesta creer que no sean collage. Alicia a través del espejo, donde el tiempo anda al revés y las cosas no suceden de atrás hacia adelante.
-¿De qué clase ce cosas se acuerda usted mejor? - se atrevió a peguntarle Alicia - ¡Oh! De las cosas que sucedieron dentro de dos semanas -replicó la Reina con la mayor naturalidad.
Conoce la historia del oficio pictórico, la dificultad que supuso conseguir un pigmento nuevo, un color. El valor que adquirían los paños cuando los viajes eran cosa de meses y la pobreza cotidianeidad. El aprecio de la belleza en un entorno de necesidad. ¿Alguien recuerda la tinta perpetua? ¿Alguien la maceración de la azurita? Saberes perdidos por la desaparición de la sociedad a la que fueron útiles. Pero los encajes permanecen, pertencen al mundo de los objetos. Un túnel trazado a través del espejo permite dibujarlos y tornarlos obra plástica. Rescatar, saberes perdidos, vindicación de un bien preciado; el valor del trabajo bien hecho, el botón que nunca se cae, la costura que no rompe, el virtuosismo de un tul hecho a mano, reflejo de una economía artesana, de un mundo barrido por lo fácil, barato y la incultura de usar y tirar.
Concectar tiempos (pasado y presente), pero también espacios. Ariadna dejando hebras que comunican interior y exterior. El mapa rígido de una sociedad patriarcal sitúa los bordados en el interior de la casa, con los productos domésticos funcionales y decorativos, en las líneas autorizadas y restringidas al entorno femenino, del hogar. Obras anónimas, un arte no legitimado como tal.
María José les otorga visibilidad mediante un cambio espacial: el hogar por la sala de exposiciones. A través de la proyección pública, la amplificación del formato, y la sustitución de hilos por las líneas de imposibles "bolis", les cede el protagonismo visual que en su día no tuvieron.
Estamos ante imágenes plásticamente bellas e impecablemente realizadas. Ante imágenes sorprendentes por su precisión, variedad y laboriosidad. Ante obras cuya descripción es tarea inútil. Hay que verlas. Es un privilegio.
Beatríz Gutiérrez Díaz 2012