fernando nanclares

nieves ruíz

Tras los años oscuros de la posguerra, en los que se produce una arquitectura pomposa y rancia, y antes de que los agitados años sesenta obligasen a la sociedad a ser más grave, en Asturias se vive un tiempo, una quincena de años que iría aproximadamente de 1950 a 1965, en el que emerge de nuevo el espíritu moderno y renacen aquellas ideas vanguardistas que ya habían dado excelentes frutos en los tiempos de la República.

La recuperación de aquella modernidad, tras el paréntesis de la guerra española y el período de autarquía, no es literal, pues no hay una estricta continuidad estilística. Ya no hay tanta exigencia, no son tiempos de innovación sino de revisión, de adaptación a una realidad socioeconómica y cultural que ha cambiado. Es el momento de una nueva sensibilidad que se va imponiendo en las artes plásticas, en la música, en la cinematografía de la época y, ciertamente, con mayor energía en la cultura internacional que en la española, que acaba de salir de los años duros y se muestra aún raquítica. Por eso sorprende el vigor con el que se presenta la arquitectura de mediados del siglo XX en Asturias, lugar periférico en todos los sentidos.

Foto cortesía de Marcos Morilla / All Rights Reserved /  

SUÁREZ ALLER

Cine Felgueroso en Sama de Langreo, 1954

La tarea de renovación de la arquitectura asturiana de los años cincuenta recae en un grupo heterogéneo de arquitectos de edades y formación académica variadas, que abordan su trabajo desde una visión estrictamente profesional y con gran libertad creativa. Ellos son los productores de una arquitectura brillante, colorista, deudora de la nueva abstracción que se abría paso en la plástica moderna, y que transmite una sensación de optimismo, de cierta ligereza y desenfado, sobre todo si se compara con la que se va a realizar en las décadas siguientes, cargada de inseguridad y preocupaciones político-sociales, y muy presionada por el desarrollismo consumista.

Foto cortesía de Fernando Nanclares / All Rights Reserved /

BUSTO & NEGRETE

Viviendas en Dr. Aquilino Hurlé / Manso, Gijón, 1958

   Foto cortesía de Francisco Ruiz Tilve (fototeca del Museu del Pueblu de Asturies) / All Rights Reserved / )

VAQUERO

Central hidroeléctrica de Proaza, 1964

Foto cortesía de Fernando Nanclares / All Rghts Reserved /

GÓMEZ DEL COLLADO

Bar Pénjamo Nuevo en Cangas del Narcea, 1956 (desaparecido)

Foto cortesía del archivo de Mariano Marín / All Rights Reserved /

MARÍN

(con Díez Canteli)

Club Tenis Gijón, 1962 (muy reformado)

Foto cortesía de Fernando Nanclares / All Rights Reserved /

SOMOLINOS

Viviendas en Venancio Prada 8, Sama de Langreo, 1951

Foto cortesía del archivo Castelao de Gerardo Arancón / All Rights Reserved /

CASTELAO

Vestíbulo de la Facultad de Geológicas de la Universidad de Oviedo, 1965

Foto cortesía de Fernando Nanclares / All Rights Reserved /

CAVANILLES

Viviendas en Avenida de Galicia 14, Oviedo, 1958

Foto cortesía del archivo de Álvaro Orejas / All Rights Reserved /

 VALLAURE

Cine Ayala en Oviedo, 1954 (muy reformado)

Foto cortesía de Fernando Nanclares / All Rights Reserved /

GALÁN

Viviendas en Sama de Langreo, 1967 (desaparecido)

Arquitectura asturiana de mediados del siglo XX

fernando nanclares

nieves ruíz

Los hermanos Francisco Somolinos Cuesta (México, 1908 – Madrid, 1999) y Federico Somolinos Cuesta (México, 1911 – Oviedo, 2000) ya habían contribuido en los años anteriores a la guerra a la difusión del estilo moderno con numerosas realizaciones en Oviedo. En los cincuenta y primeros sesenta son protagonistas destacados de la arquitectura asturiana con su estilo espontáneo y desenfadado. Representan muy bien el halo de optimismo y frescura que caracteriza a la arquitectura de aquellos años [ + ]

Juan Vallaure Fernández-Peña (Oviedo 1910-1975) construirá en Oviedo numerosos edificios de viviendas, iglesias, el desaparecido Cine Ayala y varios locales comerciales y cafeterías. Fue un arquitecto muy imaginativo que se enfrentó a la modernidad de los años cincuenta con un importante bagaje de obra construida en estilo ecléctico durante los años cuarenta [ + ]

Ignacio Álvarez Castelao (Cangas del Narcea, 1910-Oviedo,1984) es un personaje fundamental de la arquitectura moderna asturiana. Su obra es muy personal, plagada de invenciones tanto formales como constructivas, llevada a cabo siempre de una manera reflexiva y coherente. Castelao desarrolla una carrera dilatada e intensa, especialmente interesante en los años que nos ocupan, en los que, como muchos compañeros de generación, consigue despegar hacia un estilo decididamente moderno. Trabaja en un relativo aislamiento, consciente de ir por delante de una sociedad que, a menudo, no comprendía sus propuestas [ + ]

José Gómez del Collado (Cangas del Narcea, 1910-1995) representa el paradigma del arquitecto artista, siempre inspirado y sorprendente. Recluido en su apartada Cangas del Narcea natal, desarrolla allí una obra plagada de invenciones formales y técnicas, con una actitud de artista integral que abarca desde la provocación extravagante hasta la precisión del matemático. Construye gran cantidad de edificios, grandes y pequeños, locales comerciales y hasta un puente peatonal colgante que aún hoy deslumbra, e inventa un sistema de construcción a base de prefabricados. Siembra la villa y su entorno con un programa artístico y constructivo que parece obedecer a su personal visión de un mundo ideal [ + ]

Joaquín Vaquero Palacios (Oviedo, 1900 - Madrid, 1998) es el gran creador polifacético de los años cincuenta que ejerció intensamente como arquitecto y como artista plástico, doble faceta que parece desarrollar en carreras independientes. Cuando trabaja como arquitecto lo hace sujetándose a la expresión estricta de los elementos propios de esa disciplina y elude que sus composiciones puedan percibirse como deudoras de lo pictórico. Como caso singular, en la central hidroeléctrica de Proaza, su obra más lograda de la época, logra una fusión perfecta de arquitectura y escultura [ + ].

El camino de renovación moderna iniciado en los primeros años cincuenta por Francisco y Federico Somolinos, Juan Vallaure e Ignacio Álvarez Castelao, lo van a recorrer también la generalidad de sus compañeros de profesión en Asturias. No son un “grupo”, lo que exigiría cierta complicidad en torno a un propósito común declarado, pero compartieron, en el mismo tiempo y lugar, su empeño personal por restablecer la modernidad temporalmente marginada; y lo hicieron con una intensidad y unos rasgos figurativos que los caracterizan.

La obra de los Somolinos, con estudio en Oviedo y en Gijón, tiene una fuerte presencia en estas dos ciudades, pero también, muy significativamente, en Sama de Langreo. Vallaure trabaja casi exclusivamente en Oviedo, igual que Castelao, ambos con estudio en la ciudad. También desde su estudio ovetense desarrollarían su trabajo Julio Galán Gómez (La Coruña, 1908 - Milán, Italia, 1975), que despliega su abundante obra entre Oviedo y el concejo de Langreo; Fernando Cavanilles Batalla (Villaviciosa, 1911 - Oviedo, 2006) y los más jóvenes José María Velasco González (Oviedo, 1920-1990); Joaquín Suárez Pérez-Fonseca (Villar, Morcín, 1920 - Oviedo, 1992); Joaquín Cores Uría (Oviedo, 1928 - Madrid, 2011) y Félix Cienfuegos Rodríguez (Ujo, Mieres, 1929 - Oviedo, 2004). Residían también en Oviedo Juan José Suárez Aller (La Felguera, 1920 - Oviedo, 2008) que construye su obra fundamentalmente en Gijón y Langreo.

En Gijón se formará un núcleo importante de arquitectos comprometidos con la nueva modernidad. Lo lideran Juan Manuel del Busto González (Gijón, 1904-1967) y su socio Miguel Díaz Negrete (Palencia, 1920 - Gijón, 2011). Lo integran Enrique Álvarez-Sala Morís (Gijón, 1910-1995); Juan Corominas Fernández-Peña (Oviedo, 1913-1992); José Marcelino Díez Canteli (Gijón, 1918 - 2015); José Antonio Muñiz Muñiz (La Habana, Cuba, 1918 - Gijón, 2002) y Celso García González (Villaviciosa, 1920 - Gijón, 2001), que comparten estudio, y Mariano Marín Rodríguez-Rivas (Gijón, 1926) que en sus inicios profesionales colaboraría con su padre Mariano Marín de la Viña (Gijón, 1896-1962) quien ya había destacado en los años de la República.

Hay que citar a dos arquitectos que, siendo técnicos municipales, ejercen en sus ámbitos territoriales como difusores del renovado estilo moderno: Tomás Menéndez Abascal (1913-1983), en Avilés; y Luis Cuesta Rodríguez (Mieres, 1912 – Oviedo, 1997), en Mieres, ambos con obra abundante y comprometida.